sábado, 6 de octubre de 2012

Conflictos entre hermanos


Imaginaos que estáis felizmente casados y vuestra pareja viene a casa un día con un nuevo cónyuge al que se supone que debéis aceptar, querer, cuidar y además ver como es el objeto de las carantoñas que antes os eran exclusivas...chúpate esa!

Este es el ejemplo con el que la autora nos hace entrar en situación respecto a este delicado tema...la llegada de un hermanito y las consecuencias a largo plazo que esta realidad puede acarrear si no somos conscientes del dolor que le supone al niño  "destronado".

Sobra decir que cada niño es un mundo y que no todos lo van a vivir de la misma manera..pero no me digais que este supuesto en el que nos coloca Naomi Aldort no os da un poquito de dolor de barriga.

En mi caso particular tengo que decir que Pablo nunca ha estado especialmente celoso de Magdalena. El tenía 11 años cuando ella nació y siempre he creido que el hecho de que ella sea mujer, no ha despertado la competitividad que en cambio si dificulta su relación con su hermano Nicolás, hijo en común de su padre con Vanessa, su actual esposa.
Alguna vez mi hijo me había comentado que odiaba a su hermano y que no podía evitarlo. Yo sabía por conversaciones con su padre que la relación era realmente mala, al punto de no poder dejarlos solos por miedo a que Pablo le pudiera hacer algún daño.
Lo que leí al respecto me pareció tan trangresor, por así decirlo, que llamé a Pablo a Barcelona para contárselo. Mientras se lo explicaba sabía que estaba 100 % atento y me dió la impresión de que se liberaba de la culpa.

Parece ser que los sentimientos negativos e incluso, los deseos de que el hermano desaparezca son habituales y comprensibles y que esas mismas "oscuras" emociones que el niño siente le provocan una gran desazón ya que ellos mismos se rechazan por tenerlas. O sea, además de sentirse abandonados, se sienten culpables.

La autora vivió esta realidad con sus hijos y explica que durante dos semanas, cuando el hijo mayor sentía ganas de dañar al pequeño, se iban a una habitación aparte y le ayudaba a verbalizar a través de la validación sus sentimientos respecto al hermano menor. Un muñeco que representaba a este último sirvió para que el niño representara todas su fantasías ( como por ejemplo, tirarlo a la basura). Al no sentirse juzgado y sentir la absoluta compresión y aceptación de la madre, pudo dar rienda suelta a sus emociones y finalmente dejarlas ir. Al cabo de dos semanas su comportamiento cambió radicalmente.

No es fácil pero es importante dar atención personalizada a todos los hijos, sobretodo si, como en mi caso, la diferencia de edad no facilita compartir planes. Magdalena jugaría al juego simbólico por horas y Pablo disfruta de que le mire mientras juega al Gran Turismo en la Play Station. No debo pretender que Pablo, por ser el más mayor, tenga la capacidad de hacerse cargo de la situación y sacrifique su merecido protagonismo.

También menciona que las relaciones entre hermanos sufren altos y bajos a lo largo de toda la vida y recomienda mucho disfrutar a tope de las apacibles épocas porque raro es que no vuelvan los días en que solo deseamos que llegue la noche y morfeo nos abrace a todos para pasar en completa armonía algunas horas del día.

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