lunes, 1 de octubre de 2012

Que rabia da perder!!!!


Creo que tener lo que llamamos un "mal perder" va directamente relacionado con querer siempre ganar, es decir, cuanto más nos guste ganar, peor encajaremos la derrota.
Me pregunto en qué momento se instala en las mentes de los niños eso de querer ganar siempre y como consecuencia directa, rabiar cuando se pierde. Aunque por lo que voy observando, unos lo llevan peor que otros.

Magdalena está empezando a manifestar un muy mal perder y para su padre y para mí, es algo que nos coge por sorpresa porque ninguno de los dos somos competitivos de carácter.
A mí personalmente no me gustan los juegos competitivos pero creo que sería una friki del copón si pretendiera que mi hija no viva las experiencias de derrota y victoria.  Me parece también muy interesante enseñarles a ganar, o sea, sin presumir...sin el típico baile de ganador chinchón...porque no hay necesidad de recrearse ya que tu victoria significa la derrota de otro.

Ayer se lió una gorda cuando Magdalena y su papá hicieron una carrera en casa y después de que ganara ella, Jesús decidió, justamente, apuntarse un tanto a su favor.
La rabieta fue monumental, de las que te dejan el suelo como los chorros del oro.
Bromas aparte, la pobre lo estaba pasando muy mal. Gritaba pidiendo que le dijéramos que había ganado. Después de casi dos meses de aplicar la validación y controlando los pensamientos automáticos, no nos fué difícil ponernos en sus zapatos aunque el espectáculo era duro de digerir. Intenté acercarme y me dijo gritando que quería estar sola. La respeté y aunque quería validarla de alguna manera, y al no permitirme abrazarla, no vimos más salida que quedarnos allí en silencio hasta que saliera del trance. Al cabo de unos minutos, Jesús le propuso hacer la última carrera con la clara intención de dejarla ganar. Aceptó, pero como si lo supiera...esa victoria no la sacó de su malestar. Al final pusimos la tele y las energías se fueron diluyendo con la caja tonta.

Yo tenía claro que había una manera mejor de hacerlo...pero no tenía ni idea de cuál.
Al día siguiente le pregunté si quería jugar al dominó y me dijo que sí pero que sin ganar y perder. Ella misma estaba evitando la posibilidad de perder ya que las emociones que había vivido el día anterior la habían sobrepasado. La entiendo...yo misma, cuando en alguna ocasión he perdido los papeles y me ha salido la bruja que llevo dentro, me he quedado asqueada de mí misma y como consecuencia he evitado tocar un tema o relacionarme con cierta persona.

Aproveché que estaba tranquila y le expliqué que a mí también me gusta más ganar que perder, pero que a veces ganamos y otras perdemos. No se me ocurrió nada mas que decirle.
Lo que estoy segura que no voy a hacer es decirle que tiene mal perder en plena rabieta, como en el pasado hacía con Pablo cuando era pequeño. La acompañaré y me aseguraré que siente que estoy de su parte.
Ah! Jugamos al dominó y ganó.
Salud!

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