Si me pongo a pensar en un día cualquiera con mi hija pequeña, me vienen a la cabeza bastantes situaciones en las que podría sentirse rechazada. En algunos casos, reconozco que existe el rechazo por mi parte y en otros probablemente ella lo perciba como un rechazo sin que ni siquiera yo me de cuenta.
Por poner algunos ejemplos...
Cuando hace una rabieta.
Cuando trata mal a alguien.
Cuando demanda mucha atención y mi mente danza por los cerros de Ubeda y no logro traerla de vuelta a casa.
Los días en que los adultos, muy poco acertadamente, decimos: "Hoy tiene un día tonto"
Otros casos...
Cuando estoy enganchada a internet y le digo "Ahora voy" y pasan mas de 5 minutos.
Cuando me pide para jugar a casitas y lo retraso el máximo posible para ver si se le olvida.
Cuando necesita mimos y no lo se ver (o no lo quiero ver)
Cuando le quito de la mano algo, cosa que no le haría jamás a un adulto.
Cuando me pide que la mire y solo MIRO
Cuando la corrijo bruscamente
Cuando no la abrazo y beso lo suficiente
Cuando la interrumpo
Cuando no me pregunto a mi misma honestamente si estoy cubriendo sus necesidades emocionales.
Que lea libros sobre crianza e incluso escriba este blog no significa, ni de lejos, que hago las cosas correctamente. Significa que quiero hacerlas bien pero puedo caer en el error de pensar que YA lo estoy haciendo bien...y esa el la trampa.
La validación y el control de los pensamientos automáticos son herramientas que propone la autora para la primera lista y para la segunda lista no hay de otra que estar, jugar, ser, sentirla.
Un niño que se siente rechazado puede llegar a crear una coraza en cierto momento de su vida para dejar de tener ese sentimiento y sobrevivir. Está claro que en cuanto el niño empieza a relacionarse con otras personas en el colegio no vamos a poder evitar que tenga estas vivencias. Pero, ¿Y si nos convertimos en su refugio? Un oasis donde siempre se sienta aceptado, respetado, considerado y amado incondicionalmente. Sabedor de que existe este refugio siempre disponible con su chimenea encendida, probablemente pueda enfrentarse mejor a los rechazos que vengan del mundo exterior.
La coraza que creamos cuando nos hemos sentido rechazados de pequeños es tan sólida que te llegas a olvidar de que tu mismo la creaste para protegerte del mundo. He ido por la vida de dura, de autosuficiente, de super segura de mi misma, de soberbia, cuando en realidad lo que había debajo era un miedo atroz de ser rechazada. A veces la vida te regala lecciones que traen en un paquetito una herramienta como la que se usa cuando nos quitan el yeso de una pierna. Lo que estoy descubriendo debajo es una piel rosada, muy sensible...el vello se me eriza con facilidad...de ahora en adelante la protegeré de otro modo, una chaquetita de cashemer namá!
Hoy no me queda de otra que solicitar inspección del refugio que le ofrezco a mis hijos. Llamaré al lobo feroz, sin duda el mejor en esto. Y si lo tumba, ¿Pues está claro no? habrá que ir al polvero y cargar de ladrillos la carreta.
Buen fin de semana.
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