viernes, 24 de agosto de 2012

Abajo los besos obligados



Que bueno es el niño que da un beso a todos obedientemente, sonríe, se sienta, calla cuando los mayores hablan y no te digo si vas al restaurante, se queda en su silla y come todo..Ay, que bueno es este niño..en realidad significa, que poca lata da!

Pues oye..me ha encantado encontrar una recomendación en el libro que ya había puesto en práctica antes de leerla. Nunca  obligo a Magdalena a dar besos, es decir, si le piden un beso y ella se niega yo lo respeto y le sonrío (independientemente de la cara del otro). He visto muchas veces y experimentado de pequeña amonestaciones en palabras, caras amenazantes de los padres con muecas terroríficas que lo dicen todo. Todas estas acciones crean culpabilidad en el niño y a lo peor, asco por el contacto físico.

Recuerdo que de pequeña cuando nos reuníamos con la familia de mi madre, siempre pensaba en el coche lo que me esperaba. 7 hermanos con sus correspondientes parejas, eso da..14 besos. Ah! la ronda tenía que hacerla cuando llegábamos y al marcharnos. A mi no me gustaba nada pero lo hacía para obtener aprobación y para evitar una reprimenda..pero ganas, lo que se dice ganas, creo que no.

También recuerdo cuando Magdalena era un bebé y algunas personas se permitían cogerla sin pedir permiso y a pesar de que se ponía a llorar ante el salvaje acto, no se les ocurría otra cosa que, o bien reír o bien decir que había que ver, que niña mas enmadrada. En aquella época yo era mucho mas radical, supongo que era una fase de protección y mi nivel de tolerancia era muy bajo. 

Ahora que Magdalena tiene tres años, lo tengo mucho mas fácil. Ella defiende su cuerpo y su espacio muy bien y a mi me encanta.

Ayer llegó la pareja de mi padre al apartamento. No la conozco mucho pero me da buen rollo. Mi madre falleció ahora hace un año y pocos meses después el destino les hizo reencontrarse ya que habían sido novios a los 16 años. Como soy una romántica empedernida y, como ya he dicho, no creo en la muerte, recibí la noticia con mucha alegría. 

Esta señora que pertenece a la generación de mi padre, es decir, sesenta y tantos, ayer definitivamente se ganó mi corazón. No solo le pidió un beso con mucho respeto sino que cuando Magdalena dijo que no, la comprendió y además se lo hizo saber. Ole y ole! 

En lo personal no me gusta mucho dar besos a diestro y siniestro. No creo que sea por mi experiencia de infancia. No me gusta porque lo hago por inercia. En realidad, me atrevería a decir que solo el 10 por ciento de los besos que doy son sentidos y deseados. No se, me gustaría llegar a un nivel de honestidad en mi vida que me permitiera solo dar los besos sentidos, las gracias sentidas, los buen provecho sentidos, los por favores sentidos.

Por el momento, permitiré a mis hijos besar a quien quieran y cuando quieran.


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