Dice la autora
“Todos guardamos recuerdos de dolor y verguenza que afloran cuando nos vemos ante situaciones semejantes, aunque sea remotamente”
“Se trata a menudo de sentimientos de los cuales podemos no ser conscientes a causa del miedo y la incomodidad arraigados en nuestras experiencias pasadas. Si, de niños, aprendió a no mostrarse triste, a no llorar, a no pedir atención y a no expresarse plenamente, es probable que haya usted suprimido estos sentimientos desde hace tiempo”
Como ya me imaginaba, este libro está removiendo y a la vez liberando temas pendientes de mi pasado. En realidad, lo que está haciendo es: SANANDO
No se si es casualidad pero la mayoría de personas a las que he conocido a lo largo de mi vida, tenían una sensación ( algunos mas y otros menos) de no haber sido comprendidos, aceptados, respetados y en ocasiones amados por sus padres. Casi todos, llegada la madurez, recuperamos los vínculos, perdonamos o no..pero en el fondo deseamos tener al fin una relación de iguales con nuestros padres. Pero, a pesar de ello, esas heridas vuelven a escocer de vez en cuando, sobretodo, cuando nos frecuentamos.
Y le digo yo hoy a mi niña interna, a la que todavía se rebela ante ese vínculo frágil: ¿Cómo iban a educarte tus padres en la validación si no había nacido Naomi Aldort?
No es en broma, lo digo en serio.
Si yo misma llevo 14 años negando a mi hijo Pablo y repitiendo el mismo patrón con exactamente la misma consecuencia: Un vínculo basado en el amor pero también en los reproches dichos y no dichos.
En aquella época no existían como ahora tantas personas generadoras de conciencia en la educación de los niños que nos facilitan el camino de esta difícil tarea. Y es lógico que actualmente seamos tantos los que todavía tenemos que iniciar el camino de validarnos y valorarnos a nosotros mismos.
La educación recibida ha hecho que suprimamos nuestra capacidad de permitir a nuestros hijos expresarse. Esta tarde, sin ir mas lejos, un niño de 8 años educado tradicionalmente, le decía enfadado a mi hija que no se lloraba cuando te haces pupa mientras, al mismo tiempo, yo le decía que si le escocía el agua oxigenada era normal y que podía llorar.
Esto me hace pensar que el patrón de negación se instala muy rápido en las mentes de nuestros hijos y que como padres tendremos que compensar con la práctica diaria, todas las influencias que no podremos evitar de familiares, profesores o amigos.
Magdalena ha llorado porque le escocía, y punto.
Y lo mas importante y principal motivo de este post, mucho menos que en otras ocasiones en las que los "No es nada" , " no exageres" , "no es para tanto", "no chilles tanto que se van a enterar hasta en Mallorca" campaban a sus anchas.
Bona nit!
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